El desarrollo de las tecnologías digitales hacia sistemas de inteligencia artificial y la introducción de robots de nueva generación, ha despertado inquietud y dado paso a una serie de preguntas sobre las formas que en un futuro próximo adoptará el trabajo, la relación trabajo-hombre como definitoria de identidades y la responsabilidad de todos los estamentos sociales, incluidos los propios trabajadores para prepararse. Tanto la Organización del Trabajo (OIT), como el gobierno de Francia han coincidido al remarcar que gobierno, empresa y sindicatos tienen un papel fundamental en el acompañamiento y asesoramiento de las personas. Distinguiendo entre estrategias a implementar para trabajadores en activo y para futuros empleadores, en ambos casos el énfasis recae en la educación. Sugieren modificaciones no sólo curriculares sino de desarrollo de capacidades (primando las habilidades sociales) para los jóvenes, y formaciones y asesoramientos específicos para trabajadores. El Consejo de Orientación para el Empleo de Francia, COE, sugiere así la creación de una nueva figura, el asesor de carreras profesionales, para, de manera homogénea y personalizada facilitar la adaptación a nuevos puestos de trabajo.
El Consejo de Política de Empleo también subraya sus efectos ambivalentes o incluso opuestos. Dependiendo del uso de las nuevas tecnologías por parte de la empresa, pueden enriquecer el trabajo, empobrecerlo, aumentar la autonomía o, por el contrario, reforzar las limitaciones de control y ritmo. Por último, apuntan a la capacidad de influir en la diversificar los horarios y los lugares de trabajo y, también a este respecto, pueden resultar o no ser beneficiosos para el bienestar en el trabajo. Algunos estudios sobre los efectos del teletrabajo apuntan que al eliminar las restricciones espaciales y temporales, las herramientas móviles pueden generar tecno-estrés, dependencia, trastornos del sueño y agotamiento en los trabajadores.En 2017, el sistema de inteligencia artificial IBM Watson Explorer sustituyó a 34 empleados (25% de la plantilla) de una empresa japonesa que trabaja en el sector de los seguros. En Francia, BPCE Assurances ha adoptado un robot, creado por la start-up francesa Owi, capaz de leer e-mails y analizar el campo semántico. Este último asigna un nivel de prioridad y es responsable de formular una respuesta, enviada bajo el control de un agente humano al asegurado. El Crédit Mutuel-CIC utiliza también la IA IBM Watson como un asistente virtual de ahorro y seguro, que ofrece respuestas inmediatas a las preguntas recurrentes de los clientes. Société Générale ha informado de su deseo de automatizar el 80% de los procesos internos.Estos avances no son en absoluto insignificantes porque, por primera vez, la tecnología está sustituyendo a un cuello blanco, es decir, a un empleado cualificado. La Federación Internacional de Robótica, IFR por sus siglas en inglés, tiene más de 12 millones de robots en todo el mundo. Una gran mayoría opera en el sector industrial, especialmente en el sector de la automoción. Contra todo pronóstico, las tasas de desempleo en los países más robóticos están entre las más bajas o más reguladas (Alemania ha logrado una disminución del 4% entre 2013 y 2014). Pero la disminución del desempleo no significa una disminución de la precariedad.En 2017, en la apertura de una reunión sobre el desarrollo sostenible en una era de rápidos cambios tecnológicos, la Presidenta del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), Maria Chatardova, aseguró que,
debemos aprovechar estas nuevas tecnologías sin dejar a nadie fuera en el contexto del desarrollo sostenible, pero que no conocemos el impacto global a largo plazo de la inteligencia artificial.
Según Erik Brynjolfsson, Director de la Iniciativa de Economía Digital del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge,
se perderán millones de puestos de trabajo, se crearán y necesitarán millones de nuevos puestos de trabajo y se transformarán muchos más. Hay una gran necesidad, una gran oportunidad para estudiar los cambios. Los investigadores están empezando a hacerlo, y la evidencia emergente se resiste a los escenarios simples. Es probable que los avances en las tecnologías digitales cambien el trabajo de forma compleja y matizada, creando tanto oportunidades como riesgos para los trabajadores.
En las próximas décadas, estas tecnologías transformarán casi todos los sectores de actividad: agricultura, medicina, manufactura, ventas, finanzas y transporte, redefiniendo la naturaleza del trabajo.En 2013, los investigadores del programa Oxford Martin sobre tecnología y empleo destacaron que el trabajo en grupo o la interacción cara a cara sigue siendo difícil de automatizar. Esto sugiere que incluso si todo puede ser automatizado, algunas características humanas permanecen no duplicables.
El COE aboga por la apertura de un nuevo diálogo social que acompañe la difusión de nuevas tecnologías en empresas y entornos laborales.La OIT recoge en su informe Trabajar para un futuro más prometedor la necesidad de invertir en las capacidades de las personas, en las instituciones del trabajo y de invertir en trabajo decente y sostenible.
Las preocupaciones del la OIT ante el impacto de los avances tecnológicos en el mundo del trabajo son:
Estimaciones de las futuras transformaciones del mercado de trabajo generadas por la tecnología:
El COE, Consejo de Orientación para el Empleo, llevó a cabo en 2017 un estudio para identificar mejor las cualificaciones que pueden ser objeto de una demanda frecuente en una economía cada vez más digital y automatizada y evaluar el estado actual de las cualificaciones de la mano de obra francesa a la luz de estas nuevas necesidades.El Consejo analizó la literatura económica y movilizó las diversas encuestas disponibles. De sus análisis se desprende que en una economía digital deberían movilizarse mucho más tres grupos de cualificaciones:
El COE prevé en Francia una creciente escasez de expertos en nuevas tecnologías, estimada en 80.000 puestos de trabajo para 2020 sólo para las tecnologías de la información y la comunicación. Y una necesidad muy importante de nuevas competencias técnicas. Nuevas competencias técnicas no digitales, que añaden o sustituyen a las competencias clásicas de cada oficio. Estas nuevas competencias técnicas son muy diversas: las tecnologías tienen consecuencias muy diferentes porque pueden, en algunos casos, reducir la demanda de intervención humana, en otros, apoyar la actividad y permitir el desarrollo de tareas con mayor valor añadido, o incluso una diversificación de la actividad. En todos los casos, cambian las tareas realmente realizadas, ya sea eliminando o reduciendo algunas de ellas, o añadiendo nuevas -a menudo más complejas.Por ejemplo, en las ocupaciones agrícolas, la automatización de los cultivos en invernaderos requiere de conocimientos agrónomos más avanzados por parte de los empleados. En el sector del comercio, se espera que los vendedores proporcionen un nuevo nivel de experiencia a unos consumidores cada vez más informados y con capacidad de actuación. Por lo tanto, según el COE, una proporción significativa de la mano de obra tendrá que adquirir o mejorar rápidamente sus competencias digitales generales, cognitivas, sociales y situacionales.