Mientras estos problemas alienaban a buena parte del mundo startupista y hacker 7 que había aclamado a bitcoin, la banca y las finanzas globales 8 e incluso los bancos centrales 9 lanzaban un nuevo mantra: «bitcoin no, blockchain sí».¿Por qué? Porque blockchain no se abordaba ya como una red abierta y distribuida, sino como lo que algunos autores llamaron «digital enclosures» 10 : mercados globales con un número muy restringido de agentes. ¿El atractivo? Fundamentalmente la interoperabilidad.Un sistema distribuido de registro entre bancos podría reducir los tiempos y costes de «clearing» drásticamente, lo que explicaría sobradamente el gran interés despertado 11 a pesar de que los propios bancos no eran ciegos a las dificultades y riesgos de la expansión del sistema 12.A fin de cuentas, el clearing bancario va de la mano del regulador y su transparencia puede ser una causa común con el regulador. Los primeros proyectos de desarrollo de blockchain en los que las instituciones públicas se han visto involucradas tienen en común sin embargo una cierta prudencia en su escala: El registro de la propiedad inmobiliaria de la Isla de Man 13, las transacciones del NASDAQ estón 14 e incluso la organización del mercado del oro ligado a la casa de la Moneda canadiense 15 son ejemplos de proyectos de -relativa- pequeña escala de mercados que ya eran muy transparentes y en los que la mejora del «clearing» se traduce en una reducción de costes de transacción.