Esta semana las fintechs han sido parte de la discusión sobre la permanencia de Gran Bretaña en la UE. No hay que olvidar que el sector fintech es el responsable de la mayor parte de la inversión extranjera directa en el sector financiero británico durante 2015 y ha generado más de 8000 puestos de trabajo directos. Así que era inevitable que las fintech se usaran como argumento por ambas partes. Para unos son la prueba de la posibilidad de desarrollar industrias vibrantes fuera del marco regulatorio europeo. Para otros, la inevitable pérdida de parte de las rentas de la centralidad financiera de la City en Europa podría dañar el ecosistema local si el referendum del próximo día 23 confirmara la salida.Mientras tanto, «la Place» de París toma posiciones para atraer inversores y startups del mundo fintech británico en caso de brexit, viendo una oportunidad para recuperar centralidad. Al menos la amenaza del brexit parece haber servido para que el mundo financiero francés y los medios de comunicación presten atención a su ecosistema emprendedor, que cada vez lanza productos y servicios más originales.En Alemania, Berlín y Frankfurt no toman posicionamiento público pero se colocan como los favoritos para recibir a los «exiliados» en un momento en el que las fintech alemanas están en el candelero tras un artículo de la revista de Derecho de Oxford donde Daniel Drummer (McKinsey & Company) argumentaba Alemania como el destino alternativo ideal en Europa para el sector si se produce una crisis británica.Mientras, las plazas financieras españolas e italianas ni están ni se les espera… como a sus reguladores. Tan solo el anuncio del centro de pre e incubación fintech de Bankia en Valencia y el Open Innovation de BBVA -la única iniciativa española con proyección global y programa en Iberoamérica- permiten albergar esperanzas de que el Mediterráneo no perderá el tren.En cualquier caso, no conviene olvidar que en el éxito de las fintechs londinenses no todo son rentas de posición derivadas del papel global de la City. La política de emprendimiento británica y en especial la política fiscal y de seguridad social son en buena medida responsables de la aparición de todo un ecosistema de empresas jóvenes (más de 10.000 en el área de Londres) de las que las fintech forman parte.