Artículo de Carme Artigas para el Instituto Hermes
La perspectiva ética y humanista es la piedra angular de una digitalización democrática, sostenible y al servicio del progreso y la justicia social. El nuevo paradigma económico, político, social y cultural que la revolución tecnológica ha impulsado de manera determinante conlleva enormes implicaciones a todos los niveles que ya están impactando de forma decisiva en nuestras vidas. Un escenario único, en el que los cambios generados a partir de un desarrollo tecnológico sin precedentes están abriendo a gran velocidad procesos transformadores esenciales para nuestro futuro a corto, medio y largo plazo.
Un desafío clave que exige una respuesta a la altura por parte de todos que nos permita avanzar hacia una evolución de la transformación digital orientada a poner la tecnología al servicio del bienestar social y el respeto a los derechos fundamentales de las personas.
Carme Artigas, Secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Gobierno de España
Un desafío clave que exige una respuesta a la altura por parte de todos que nos permita avanzar hacia una evolución de la transformación digital orientada a poner la tecnología al servicio del bienestar social y el respeto a los derechos fundamentales de las personas. A través de un enfoque global que entienda el desarrollo tecnológico como una oportunidad para profundizar en el diseño de un modelo más inclusivo, sostenible e igualitario aprovechando las enormes posibilidades de progreso económico y social de tecnologías disruptivas con potencial para proyectar un sistema más justo y mejor.
Desde la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial entendemos el humanismo tecnológico como una piedra angular de la transformación digital y del proyecto de país que queremos para España. Una prioridad que impregna todos y cada uno de los planes y medidas puestas en marcha como parte del despliegue de la agenda España Digital 2025, la hoja de ruta de nuestro país para la digitalización, así como del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Tenemos una visión clara sobre hacia dónde queremos dirigir las trascendentales reformas que estamos afrontando para la construcción durante la próxima década de la España verde y digital que vertebra nuestro proyecto de recuperación. Y que parte de una máxima: la tecnología la hacemos las personas, y somos cada uno de nosotros los que estamos diseñando el mundo digital que está marcando el presente y construirá el futuro más inmediato de nuestra sociedad.
El impacto de la pandemia ha supuesto un factor catártico decisivo en el impulso definitivo de muchos procesos vinculados a la digitalización que se han visto acelerados de una manera totalmente impensable hasta hace tan solo unos años. La revolución digital es hoy más que nunca una realidad con implicaciones clave en cualquier proyecto con vocación de generar transformaciones permanentes y verdaderamente relevantes en el devenir de un progreso digital para la mayoría.
Estamos tan solo al inicio de una nueva era digital a raíz de la que ya estamos comenzando a ver cambios absolutamente decisivos desde el prisma del progreso social, cultural y económico, que sin duda van a ser clave en el desarrollo de esta década a nivel político y geoestratégico. Las reglas han cambiado, y con ello la necesidad de establecer nuevos equilibrios de poder y de avanzar hacia un modelo de soberanía acorde a las exigencias de un escenario global que ya nunca volverá a ser el mismo.
España contempla entre sus grandes objetivos a medio y largo plazo el ser un actor principal en avance hacia una soberanía digital europea que consolide la posición de Europa como eje clave en el nuevo escenario global. Una soberanía a la que queremos seguir contribuyendo como país desde nuestra perspectiva nacional a través del desarrollo de una soberanía de datos a nivel europeo.
Desde el Gobierno de España tenemos la firme disposición de trabajar en la generación de nuevos espacios de datos, garantizando que sean interoperables, seguros y orientados a la privacidad. Todo ello con el objetivo de avanzar hacia una soberanía digital que nos permita establecer una regulación acorde con los valores y principios europeos, y en línea con la perspectiva ética y humanista que propone España.
La digitalización humanista supone así una línea de actuación vertebral y estratégica a la hora de afrontar las complejidades de este nuevo contexto global. Una perspectiva innovadora que entendemos como un factor diferencial del proyecto de transformación digital a nivel europeo. Y que, asimismo, tenemos el compromiso de trasladar en nuestra relación con Iberoamérica y al trabajo conjunto que se viene realizando por continuar fortaleciendo los lazos que nos unen a los dos lados del Atlántico, fundamentalmente a través del impulso del potencial de la lengua española en ámbitos disruptivos como la IA.
La ambición por alcanzar estos objetivos de soberanía marca una línea estratégica que los Gobiernos tenemos la responsabilidad de desarrollar garantizando el respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos y los valores democráticos que guían nuestras sociedades. Una senda que desde el Gobierno de España tenemos el objetivo de encabezar, con la puesta en marcha de un proyecto pionero e innovador como es la elaboración de la Carta de Derechos Digitales.
Esta iniciativa, clave en para el desarrollo de una digitalización humanista y con perspectiva social que queremos para España, aspira a ofrecer un marco normativo para abordar los retos que en materia ética, social y legislativa implican estas transformaciones. Un paso adelante en la creación de un entorno seguro, confiable y garantista con los derechos y valores democráticos de nuestra sociedad que apuesta por una digitalización que anteponga los derechos digitales de los ciudadanos como forma de entender el progreso tecnológico.
Gracias a la elaboración de esta Carta de Derechos Digitales, España se posiciona a la cabeza a nivel global en la actualización de derechos. En el reto de trasladar los importantes derechos que tanto nos ha costado conquistar en el mundo analógico a las nuevas circunstancias de la realidad digital que está transformando nuestras vidas y la forma de entender el mundo que nos rodea e interactuar con él.
Para ello, esta carta, de carácter eminentemente descriptivo y prospectivo, identifica seis principales categorías de derechos. Entre ellos, hemos querido destacar los derechos de libertad, derechos de igualdad, de participación y conformación del espacio público, derechos en el entorno laboral y empresarial, derechos digitales en entornos específicos y derechos de garantías y eficacia.
Una serie de ámbitos en los que una regulación integral y garantista va a ser determinante en el devenir de sociedades digitales más justas e inclusivas. Y cuyo reconocimiento, gracias a la gran labor de un Grupo de Expertos y Expertas constituido para la ocasión y de las aportaciones de los ciudadanos, nos sitúan como país en una posición pionera de liderazgo y compromiso con el desarrollo humanista de la tecnología.
Actualizando derechos e incluyendo nuevas categorías necesarias en la nueva realidad digital en la que vivimos. Una Carta que, además de su plena vinculación con la Declaración de Derechos de la Ciudadanía, se convierte en un elemento clave para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Concordancias y sinergias que son dos caras de la misma moneda: la de orientar todo el potencial de lo digital al servicio del progreso, la sostenibilidad, la igualdad y el bienestar de la sociedad.
Un futuro ilusionante que afrontamos con la ambición de abordar una transformación digital de referencia y con impacto en la realidad social y económica de nuestro país. De orientar todo el potencial del desarrollo tecnológico hacia la construcción de estructuras y dinámicas favorables al progreso social, la sostenibilidad y la igualdad de oportunidades.
Un desafío histórico por situar los enormes avances de la tecnología y la ciencia en un plano humano y de desarrollo social, que entienda la digitalización como un vector de transformación que nos permita encauzar las oportunidades de un contexto sin precedentes que tenemos el compromiso de poner al servicio de la mayoría social.
El Estado del Bienestar del siglo XXI se escribe en clave digital. La reforma de las estructuras de nuestro modelo productivo, educativo, económico y social deben de encaminarse a un objetivo prioritario: acabar con las brechas digitales que lastran nuestra competitividad y nos convierten en un país más injusto y peor.
La perspectiva ética y humanística de esta Carta debe ser la base para el avance hacia una digitalización destinada a poner la tecnología al servicio de los colectivos más vulnerables y expuestos a los riesgos e incertidumbre del desarrollo de la tecnología. Una digitalización de ahonde en los derechos y libertades sobre los que queremos construir una sociedad digital diseñada por y para todos y todas.